RUEDAS

Momento del acto

Este cuento fue presentado a un concurso promovido por el Ayuntamiento de Oviedo en el año 2013 en la categoría de niños y adultos, habiendo sido premiado dentro de esta última categoría. Se lo dedico a todas las niñas y niños, especialmente a aquellos con diversidad funcional y movilidad reducida.

Soy un señor mayor y un poco serio para hablar de seguridad vial que es un asunto más serio aún por lo que todo puede quedar un poco soso, pero además debo dirigirme a niños y eso si lo complica todo porque ellos no son serios como yo, a ellos les gusta reír y jugar y hacer cosas que producen felicidad y regocijo, por eso se me ha ocurrido contar la historia de mi amiga Loreto.

Loreto es una niña de diez años, muy guapa. Tiene unos grandes y vivaces ojos marrones y una peca junto a la boca que le confiere un aspecto singular, como sus largos rizos que a modo de tirabuzones recorren su cara otorgándole un aire rebelde y travieso. Sin embargo lo que le hace especialmente singular a Loreto no es nada de lo descrito sino el hecho de utilizar para desenvolverse una silla de ruedas. A consecuencia de ello la mayoría de los compañeros por no decir todo el barrio, la conoce por “ruedas”. Bueno el mote obedece además de por utilizar la silla de ruedas, porque Loreto recuerda al personaje que en el cuento de “Guillermo Fesser” ejerce como ayudante del detective privado “Anizeto Calzeta” y que cuenta con el mismo apodo. Más que en su físico, se asemeja al personaje del cuento en las velocidades que desarrolla con su silla recorriendo el barrio de un lado para otro y por su habilidad en los asuntos de la informática. Y lo mismo que en el cuento su tocaya saca de apuros al jefe, ella con frecuencia ayuda a su papá y a su mamá en el manejo del ordenador, para encontrar cosas en google o subir fotos al facebook y también ayuda a sus amigos a la hora de resolver problemas de lógica.

Y de eso, de lógica le vino a hablar un día un agente de policía al colegio. Vino de visita, pero con la intención de instruir a los niños adecuadamente en los asuntos que él enmarcaba dentro de la Seguridad Vial. “Ruedas” lo conocía bien, era el agente de proximidad con el que frecuentemente se cruzaba por el barrio, el que se aseguraba de que los chicos pasaran la calle sin riesgo a ser atropellados a la entrada y salida del cole. A ella eso de la Seguridad Vial le parecían términos nuevos que debía aprender pero pronto se dio cuenta por las explicaciones del agente que correspondía al conjunto de reglas que sus padres le habían enseñado desde muy pequeña y que aseguraban responder a una lógica necesaria para el buen desenvolvimiento de los ciudadanos en el devenir constante de la ciudad.

Su padre le solía decir, mira, para andar por la calle evitando problemas y tratando de no causárselos a los demás solo es necesario utilizar la lógica, es decir, no debes hacer a otros lo que no te agrada hagan contigo especialmente, si como es tu caso en lugar de andar, ruedas siempre a toda pastilla. Cuando te lanzas a tumba abierta por las calles del barrio y observas que te vas a encontrar con un bebé u otro carrito, un señor mayor que camina dificultosamente, etc., debes reducir la velocidad adecuadamente para no asustarlos y evitar un posible accidente del mismo modo que, cuando tú cruzas la calle por el paso de cebra que es el lugar señalado para hacerlo, los conductores reducen la velocidad de sus vehículos y te ceden el paso.

Cuando el agente de proximidad los visitó en el colegio expuso detalladamente los elementos que se deben observar y el buen uso de las zonas urbanas, el funcionamiento de los semáforos y sus distintos estados ámbar, rojo o verde y como debemos proceder cuando ilumina intermitentemente, etc. la necesidad de cruzar la calzada solo por los pasos de peatones o de cebra y por qué debemos asegurarnos además de que los conductores se han percatado de nuestra presencia en lugar de irrumpir de modo acelerado o inoportuno y una vez que le pareció que había terminado su exposición, propuso un turno de preguntas y como no podía ser de otra manera, “ruedas” fue la primera en levantar la mano para solicitar turno.

Señor agente, mis padres me enseñaron desde muy chica lo importante que era cumplir con todas las normas que usted ha explicado y también me enseñaron que lo más importante es respetar a los demás, especialmente a los que tienen dificultades, a los pequeños, a las personas invidentes o muy mayores, y yo veo que no todos los conductores respetan las normas, muchos estacionan sus vehículos fuera de los lugares apropiados, por ejemplo, ocupando sin autorización las plazas para las personas con movilidad reducida o en los rebajes de las aceras impidiendo que podamos pasar. Otros se suben a las aceras ocupando un espacio que no les corresponde o pasan por los pasos de cebra sin reducir la velocidad como mi padre y usted dicen que están obligados a hacer, por eso yo estoy mucho más tranquila cuando usted está cerca porque al ser la autoridad los coches en cuanto se percatan de su presencia, respetan las normas escrupulosamente. Entonces, si esto es así, ¿por qué las autoridades no disponen que sean más personas como usted las que nos asistan, las que exijan el cumplimiento de la ley y las normas?

El agente respondió, bueno, no lo sé, a veces gobernar no es fácil, pero te prometo que trasladaré tu inquietud y acto seguido todos los chicos aplaudieron al agente y a ruedas que como siempre se mostró audaz y atrevida a la hora de defender los derechos de todos los niños. Luego aprovechando la euforia del momento añadió: Señor agente, ya que va a hablar con los superiores recuérdelos que todavía hay lugares a los que las personas con movilidad reducida como yo no podemos acceder porque barreras físicas nos lo impiden ¿no cree que todos los niños deberíamos poder asistir en igualdad a todos los lugares? Sí, también ahora estoy de acuerdo contigo –respondió el agente– y te prometo que me encargaré de transmitirlo con tus mismas palabras.

Jesús García Peón (2013)

Anizeto Calzeta presenta el videoclip de Ruedas