Excelentísima Ministra de igualdad.
Ayer, hablando con una amiga, salió en la conversación, de lo que envejecen los políticos transcurridos solo algunos años ejerciendo. Ella, ponía el ejemplo de (Pretty) Sánchez, por tener que sufrir a Irene Montero tocándole los catalinos un día sí y otro también.
Ni que decir tiene lo que me dolió escucharla, por ser mujer y sobre todo por lo que la aprecio. Soy partidario de no mover ni una coma de la ley Orgánica de garantía integral de la libertad sexual (hoy motivo de controversia) y también me duele el estupor que está produciendo en las mujeres las excarcelaciones y reducciones de penas a los ya condenados por violación y abusos, no obstante me sigo sintiendo partidario de Irene Montero porque si al final por la presión de la derecha y el tremendo altavoz de los medios, la modificación del PSOE se lleva a cabo finalmente, se dará un paso atrás del cual nos arrepentiremos todos.
Esta semana me ruboricé ante las declaraciones de Pilar Llop, a la sazón Ministra de justicia del actual ejecutivo. En ellas decía, que una agresión con violencia es muy fácil probar con un rasguño y lo primero que pensé es, esta mujer no ha hecho más en su vida que estudiar y está carente de experiencias, a lo mejor nunca la pusieron la mano encima porque todas las mujeres deberían saber que eso es mentira, ya que millones de violaciones en distintas situaciones son casi imposibles de demostrar porque no dejaron rastro que lo probara, ni siquiera un leve desgarro vaginal que fuera inequívocamente signo de tal agresión. Estoy convencido de que Pilar Llop habla y actúa así ante la presión de su presidente, lo cual, le debería hacer pensar lo fácil que es caer ante la exigencia de ciertas presiones que pueden ser incluso violación para una mujer débil e insegura, dependiendo de la situación en la que se encuentre.
Para entender lo que digo, recomiendo sobre todo a las mujeres, pensar en una escena de Blonde, película que si no vieron se la recomiendo. En esa escena Marylín Monroe mujer que no mito, cuando solo era una adolescente de provincias, sufre una violación sin rastro como las que me he referido hasta ahora.
Un reconocido y todopoderoso productor de cine y teatro al que visita, por tener interés en acceder a un papel en una obra de teatro, la recibe en su despacho, sin invitarle siquiera a sentarse. Ella permanece de pie tras uno de los sillones confidenciales solicitando el puesto, él aparentando asentir y sin dejar de hablar, se levanta de su flamante basculante de cuero y haciendo un amplio giro dentro del imponente despacho hasta ponerse tras ella, protagoniza una bochornosa escena que ella en vida contó tal cual a sus amigos y próximos. La empuja violentamente hacia adelante, mientras le levanta la falda, baja la braga y viola, dejándola paralizada y sin comprender lo que ha pasado y por qué ha pasado, tras lo cual, el viejo y repugnante individuo, se retira y dice que ya se pondrán en contacto con ella. Les recomiendo ver la película, disponible en NETFLIX y la escena, porque aunque la actriz sufrió alguna violación más, esta es significativa para el desarrollo de este post.
En cuanto a mí, sigo manteniendo la esperanza de que la ley se mantenga tal cual en cuanto al consentimiento, porque de haber sentido aquella mujer, la seguridad que tienen hoy, gracias al esfuerzo del movimiento feminista, aquel productor, habría muerto en la cárcel por la ley de la que hoy hablo.
Pero no solo por esto, es que según mi sentido de la aplicación de la justicia, los hombres que cometieron delito, en ocasiones presos de la educación patriarcal, tienen derecho a ver reducida su pena, fruto de la anterior ley, porque no creo que mayores penas de las debidas vayan a solucionar el problema de las esposas, madres o niñas, consecuencia de una educación patriarcal, machista y trasnochada con la que estoy menos de acuerdo aún.