Cumbre banderil

Comienzo a aborrecer esa crítica superficial pero continua que se hace a Ayuso y que la prensa alimenta sacando las cosas de contexto, para que todo pase por no ser más que una anécdota, cuando estamos hablando del bienestar de los ciudadanos, pero también de cumplir con el deber de amortizar el sueldo generoso que reciben y su proyección como político, una figura laboral favorecida por privilegios como las puertas giratorias por lo que se podría afirmar que los dos protagonistas de la cumbre banderil en Madrid pueden presumir de tener el futuro resuelto hasta que llegue el momento de su muerte.

La Sra. Ayuso puede ser tan mal presidenta para la Comunidad Autónoma madrileña como mal alcalde pueda ser el Sr. Canteli para Oviedo, salvando las distancias y con razonamientos diferentes pero la culpa de que accedieran al cargo y lo peor, que se mantengan en él, no es de ellos sino del Partido Popular porque nuestro sistema político se apoya en una estructura de partidos monolíticos que se rigen por un sistema vertical con culto al indiscutible líder y me resisto a pensar que no había otros posibles dirigentes para regir la comunidad madrileña, mejor formados y más eficientes, o candidatos a alcaldes (a más de uno conozco) dentro del propio partido popular que hubieran sido mucho mejores alcaldes o alcaldesas para Oviedo que nuestro decrépito edil.

Pero además, este alarde de banderas y símbolos para tratar de lo que se está convirtiendo en un asunto de estado y con la que está cayendo en cuanto cifra de fallecidos y descontrol del sistema sanitario, me parece tan excesivo y fuera de bolos que me avergüenza haberlo vivido y de paso haber escuchado tal colección de despropósitos.

Si alguien llegó a pensar que la pandemia obligaría a juntar el hombro a nuestros políticos para acordar soluciones generosas e imaginativas, ya sabe que estaba equivocado, que esto no será posible mientras los partidos ganadores en las urnas, elijan representantes manejables, manipulables e ineptos que difícilmente puedan hacer sombra a sus dirigentes.

Atención primaria

Denominamos así a la primera línea sanitaria que antiguamente conocíamos como medicina de cabecera, su objetivo desde el punto de vista médico es el de efectuar una primera evaluación ante una dolencia, malestar o preocupación manifestada por el ciudadano para, de acuerdo con los síntomas observados, decidir si se puede resolver con un fármaco o precisa ser atendido en una instancia médica superior, un especialista o la hospitalización.

Pero en realidad es mucho más porque el ciudadano que reclama atención médica, en ocasiones sufre angustia, acaso la dolencia física sea leve pero la ansiedad que le produce puede ser complicada, incluso tenga que ser derivado a salud mental, por lo tanto no es posible resolverlo por la actual atención telefónica o “tele-sanidad” como se le está denominando porque vamos a ser claros, lo que tranquiliza a cualquier usuario de atención sanitaria es que un galeno reconocido, lo examine y determine algo, lo que sea que deba determinar, pero no dejarlo en permanente estado de preocupación.

Texto de Beatriz Patallo en Facebook

Recientemente en Facebook una usuaria angustiada manifestaba su derecho a ser atendida por un médico y no por una telefonista. Y para entenderlo mejor voy a poner un ejemplo. Llevo un trimestre con dolor en el oído y falta de audición. He llamado, me han recetado un aceite para quitar tapones que no funcionó. Nueva llamada y me derivan a un practicante para extraer tapón del oído que al final me recibe y determina que no hay tapón y que debo dirigirme de nuevo al médico. Nueva llamada y el resultado es un volante que me entrega un agente de seguridad privada en la puerta del ambulatorio para ser examinado en el Huca, el último día de septiembre. Hasta ahora, desde hace tres meses, no me ha visto ningún médico y hoy me he levantado con fuerte dolor de oído y de cabeza pero no puedo hacer nada hasta ser atendido por el otorrino, o sea viviré sumergido en una angustia dolorosa contra la que no tengo otro remedio que el paracetamol, a pesar de haber cotizado a la SS durante 30 años.

Como bien dice la usuaria cuyo comentario he reproducido, si los dependientes de supermercado por ejemplo, cubiertos como astronautas hemos de atender a los usuarios, algunos de los cuales son sanitarios y se nos sigue deduciendo la cuota para la SS, lo mínimo es recibir una atención médica acorde con ello, como teníamos antes, pero esto lo debemos pedir todos y no solo algunos. Hemos de exigirlo o las autoridades entenderán que estamos conformes con la atención que se nos está dando.

Con la que está cayendo

El otro día hablaba en «no mola«, del intento de las administraciones de implantar la telemedicina como sustitución de la atención primaria que se venía dispensando hasta que la pandemia lo impregnara todo, y del que hoy se hace eco la prensa siempre presta a colaborar con los poderes apoyando sus intereses en lugar de ser críticos con medidas que perjudican al pueblo, luego se quejan de que los periódicos no se venden.

La Nueva España de hoy, bajo el título «La telemedicina cala en Oviedo, publica reportaje que encabeza de la siguiente guisa: Los usuarios de los centros de salud de la ciudad van acostumbrándose poco a poco a la telemedicina. La mayoría asegura que cuesta cambiar al nuevo modelo asistencial, en el que predomina una primera consulta telefónica como medida preventiva ante el coronavirus, pero los pacientes reconocen que es necesario «adaptarse» a la situación generada por la pandemia. Además, y también de forma mayoritaria, celebran que la calidad del servicio no se ha visto mermada y defienden la profesionalidad de los facultativos de Atención Primaria. «Siempre que llamo y lo pido me dan cita», subraya Dolores Fanjul, una ovetense que ayer fue atendida en el centro de salud de La Lila y que no tiene queja, pese a que prefería la normalidad previa al virus.

Ya puede observarse que la maquinaria se está poniendo en marcha tal y como yo me temía. Pero hoy también quería hacerme eco de otra grave expresión que se está imponiendo, y me refiero a «Con la que está cayendo» como terminología tóxica. De modo que si protestas porque las medidas para la evaluación de las subvenciones por Ley de atención a la dependencia se han paralizado; probablemente te encontrarás con la expresión «con la que está cayendo» no podemos ahora ocuparnos de eso. Si protestas porque la información on-line de la app del Ayuntamiento de Oviedo sobre las paradas de TUA está sin actualizar y por lo tanto no da información de las nuevas líneas del bus, te dicen «Con la que está cayendo» habrá que ser un poco generoso ¿no? con lo que presumo que pronto esa coletilla tóxica terminará por causar más daño que el propio virus.

No mola

No mola no, y además es antisocial. La nueva normalidad no diseñada, no meditada, marcada por las circunstancias se impondrá como se impone todo, por agotamiento pero además porque no luchamos por lo nuestro, nos portamos como borreguitos derrotados.

Mi abuelo, que vivió la guerra civil, me dijo muchos años después de que esta sucediera que fue tal la devastación, el desorden y la represión que, sinceramente pensaba que ya nada volvería a andar. En el medio rural aún había casas y estructuras en pie y tierras de donde arrancar una berza, una lechuga o unos tomates y donde pudieran pacer algunos animales pero en la zona urbana la debacle parecía irreversible. Sin embargo, 25 años después todo estaba normalizado, absolutamente diferente, si, pero normalizado.

La pandemia producida por el coronavirus puede que sea lo más parecido a una guerra si lo juzgamos por la devastación económica y podemos prever que dentro de 25 años todo será muy diferente y obsérvese que no digo mejor, ni peor, solo que no se parecerá en nada a lo que hemos venido teniendo.

En eso pensaba hoy al observar lo que le está ocurriendo a nuestro sistema de salud. Si miramos a nuestro al rededor podremos comprobar que la normalización está llegando más o menos a todos los estamentos excepto a la Sanidad. Podemos comprar tranquilamente en cualquier supermercado o tienda, con ciertas precauciones pero lo podemos hacer, acudir a restaurantes, cafeterías, disco bares, playas, centros comerciales, piscinas, cines, todo abrió tendiendo a una cierta normalización, ¿Por qué no ha ocurrido lo mismo con la Sanidad? Yo solo veo una explicación plausible. Los mandamases que la dirigen están viendo la posibilidad de seguir funcionando de la manera que se venía haciendo durante la pandemia dadas las pocas protestas que se dieron, evitando la consulta presencial tal como estaba establecida, porque resultaba muy cara.

Dicho de otra manera, están experimentando la posibilidad de implantar la asistencia telefónica. Un funcionario al que no pones cara porque solo es una voz, te pregunta que te pasa, que te duele, que sientes y con ello intenta hacer un diagnóstico sabedores de que en un amplísimo porcentaje la gente acudíamos a consulta por nada, un dolorcito muscular, una mala digestión, una úlcera en la boca, etc., de manera que antes te recetaban o recomendaban porque (recetas ya las daban contadas) un paracetamol y esperar unos días para, si no remitían los síntomas, volver. Bien pues eso se hace ahora por teléfono.

Te dicen ve a la farmacia, compra tal cosa y si no remite en unos días vuelves a llamar. Y si no funcionó, si continúa la queja, se le deriva hacia el especialista o si hay dudas se le cita a una hora concreta en el centro de salud y si la cosa se pone jodida al hospital gigante que tiene medios, recursos y personal.

Me imagino ya, la nueva normalidad de la Sanidad dentro de 20 años y no mola. Un centro de salud como por ejemplo el de la Corredoria, tendrá un 20% de personal, la recogida de llamadas se habrá externalizado y lo llevará una empresa cuya central puede estar en Galicia o en Sevilla, da igual pues solo tiene que comprobar por los datos que el paciente facilite, su afiliación y pasar aviso al médico más próximo de atención primaria que esté libre y que puede estar tranquilamente en su casa. Se pondrá en contacto con el paciente cuando le venga bien y lo hará por teléfono, duo, Zoon o cualquier otra herramienta similar, intercambio de palabras, gestos, sonrisas y deriva hacia quien pueda resolver el problema realmente.

Ahorro de un 76% de la plantilla, los pacientes como borreguillos haciendo colas permanentes para radiografías, ecografías, mamografías, o esperas en consulta de especialistas y demás monsergas programadas a la comodidad del sistema pero no de la gente.

Están experimentando para una nueva visión optimizada de la sanidad que nos coloque donde nos merecemos porque esto también nos lo hemos buscado por no saber luchar por nuestros derechos.

La sanidad es un bien público que se financia con nuestro dinero pero los gestores públicos no lo ven así, ellos no administran un bien público sino que ellos manejan una herramienta pública que no es lo mismo. Y eso hace que solo se preocupen de la optimización económica en lugar de preocuparse por mejorar los servicios, los medios y la dotación de personal.

Por añadidura esto permitirá la verdadera incursión de la sanidad privada porque la mayoría de los servicios sobre todo los metódicos, revisiones urológicas y ginecológicas, mamografás, revisiones neumológicas, etc. serán externalizados repartiendo a los pacientes por cientos de clínicas especializadas. Y esto es lo que a mí no me mola nada porque supondrá romper de una vez por todas con la concepción universal de la sanidad y su gratuidad para convertirse en una maquinaria similar a la norteamericana y me temo que cuando lleguen las lamentaciones, ya será tarde.