Suburra era un vasto y populoso barrio de la Antigua Roma ubicado en las cuestas de las colinas del Quirinal y Viminal que abarcaba hasta las estribaciones de las del Esquilino, Opio y Fagutal.
Dado que la población de la parte baja del barrio estaba formada por un subproletariado urbano que vivía en condiciones miserables, aunque estuviera de cara a un área monumental y de servicios públicos, el término suburra sigue teniendo en italiano el significado de un lugar de mala fama, escenario de delitos y de inmoralidad. (Wikipedia)
Pero Suburra es además el título de la novela de Giancarlo de Cataldo y Carlo Bonini y de la película homónima que se hizo del mismo, consiguiendo con ella el suficiente éxito como para que NETFLIX apostara por una serie cuya segunda temporada se entrenó este mismo año, dirigida por Michele Placido, Andrea Molaioli, Giuseppe Capotondi.
El hecho de que Netflix diera el visto bueno a un producto tan malo y que amenace con una tercera temporada dice mucho a mi juicio sobre la deriva que está tomando esta plataforma de pago por visión, que parece encaminarse hacie el todo vale si se vende ya que la serie de la que nos ocupamos no hay por donde cogerla, un auténtico bodrio, una bacanal de muertes sin sentido y corrupción política con el trasfondo del tráfico de drogas y la recalificación de unos terrenos en Ostia, la antigua costa de Roma.
Al principio parece que te pueda enganchar pues arranca con una orgía de prostitución y drogas organizada por la mujer de un empresario que trabaja como administradora en el Vaticano, en la que un cardenal está a punto de sufrir un soponcio en pleno acto carnal, más el aliciente de unos, en principio originales protagonistas, tres chicos jóvenes que de manera casual se alían para delinquir; el hijo de un policía incorruptible, un joven perteneciente a un clan gitano que vive del tráfico de drogas y el hijo del capo de un pequeño clan que opera bajo el paraguas de las mafias del sur. Desde luego, parece que te puede enganchar, sin embargo, lo que sucede a continuación y hasta el final es un sinsentido, un desatino fílmico que me trajo a la memoria aquellos culebrones venezolanos como Cristal y otras o norteamericanos como Dallas o Dinasty, es decir una consecutiva cadena de intrigas y traiciones tanto en el amor como en los negocios, en este caso regado además de más muertes que una película de indios.
Al final, un producto de desecho que sin embargo, ha conseguido 7,1 puntos en Filmaffinity lo que significa que a pesar de su nula calidad, tiene su público.
PLAYLIST INSPIRADA EN LA SERIE