Hace tiempo que no hablo de política ni políticos en este blog porque el hastío atenúa mis sentidos pero hay momentos como el que vivimos en el que las acciones políticas me quitan hasta el sueño.
Uno es el caso catalán y otro es la noticia del falso master de Cifuentes porque uno pensaba que el ámbito académico y el judicial se encontraban al margen de las mediocridades políticas pero resulta que tampoco eso es así.
Una funcionaria cuyo nombre no ha transcendido ni ha hablado públicamente, cambia por orden de un profesor, cuyo nombre tampoco ha transcendido porque la funcionaria no lo quiere mencionar, las notas de unas asignaturas convirtiendo dos “no presentados” por dos notables. Eso es lo que es notable, la cosa o cosas que se trae la funcionaria entre manos que además, llevaba en su móvil la foto de ella y Cifuentes posando amistosamente después de provocar el desaguisado. Rocambolesco y digno de una novela de tres al cuarto a no ser porque está ocurriendo aquí y ahora y que Cifuentes es un alto responsable político del Partido Popular en la comunidad madrileña que fue presentada y ejerce como adalid de la resistencia ante la corrupción.
Y no se ponen ni colorados. Mientras en cualquier país moderno un representante público hubiera comparecido ante los medios anunciando su dimisión para enterrarse a continuación en la inmensidad soledad de lo cotidiano, “la Cifuentes” huye de los periodistas como alma que lleva el diablo. Algunos ciudadanos dirán que a lo mejor es mentira pero nadie ha demandado al periódico que ha publicado el “affaire” en unos momentos que todo “dios” denuncia a todo “dios”.
En el otro orden de cosas está el tema catalán, la tarde del día en el cual escribo esto, está anunciado que, por voluntad del auto-exiliado Carles Puigdemont, Jordi Turull, será investido como presidente de la Generalitat, justo el día antes de tener que presentarse ante el Supremo desde donde puede ser redirigido a prisión acusado por graves expedientes relacionados con la corrupción y la sedición.
Este cúmulo de despropósitos continuados ha convertido el asunto catalán en uno de los más aburridos…, lo que unido al silencio con el que el gobierno está llevando este importante asunto, me pregunto para qué mantenemos a los políticos.