De niño llegué a reunir una importante colección multicolor de miniaturas de ciclistas en plástico e igualmente, un buen número de álbumes con los cromos de los principales participantes de la época, Loroño, Rik Van Looy, Federico Martín Bahamontes, Trueba, Eddy Merckx, Roger de Vlaeminck, Anquetil, Hinault, Poulidor, Fausto Coppy, Bartali, Gimondi, Bitosi, López Carril, Ocaña, Tamames y tantos otros que siguen presente en mi imaginario.
Un primo por parte de madre, Alfredo Peón se llamaba, corrió de juvenil en el equipo José Mª Pereda de Torrelavega en Cantabria y mis hermanos mayores me llevaban en una furgoneta algunos domingos para seguir sus carreras y verlo ganar porque ganaba muchas, en las cuales también participaba el gran José Antonio González Linares, hoy dedicado a la política y que resultó ser un corredor valiente de gran palmarés que batió en una etapa contra el reloj del Tour de Francia en el año 1970 al gran Eddy Merckx y con el que mi primo se batía la badana siendo ambos juveniles.
Siempre pensé que de haber podido practicar algún deporte ese habría sido el de la bici porque aquella afición de infante no ha disminuido un ápice y desde entonces he acudido a cuantas carreras pude hasta que apareció la televisión y sus retransmisiones de las grandes vueltas y las grandes clásicas, que fue mi gran aliada, permitiéndome seguir a bordo de una moto a todos los ciclistas del circuito internacional, contemplar de cerca sus caras en el momento del esfuerzo, cuando eran víctima de una pájara como la que sufrió el grandísimo Induraín el 6 de julio del 1996 durante la séptima etapa del Tour de Francia, o también la alegría tatuada en el rostro cuando alzaban sus brazos al viento después de una victoria.
Para mí, el ciclismo es gloria, un deporte donde el esfuerzo forma parte de lo cotidiano, los madrugones para entrenar tanto da si es invierno y están cayendo chuzos de punta como si es verano y hace un calor del diablo, aquel que quiere alcanzar lo más alto tiene que pagar ese tributo.
Además, aunque el ciclismo es un deporte de equipo, el ciclista siempre está solo, luchando contra si mismo y contra el tiempo, venciendo momentos malos y también sufriendo las consecuencias de los errores que no le fueron ajenos como el del dopaje o sobreponiéndose a accidentes que sesgaron una carrera en la que lo habían apostado todo.
Ayer terminó la vuelta y al podium subieron otros tres que ya figuran en el libro de la historia de los más grandes para escuchar el himno de Eslovenia en honor al primero y al tercero de sus componentes.
El primero (Primož Roglič) un esloveno de 29 años al que, a pesar de su juventud lo acompaña una mochila cargada y el mérito de haberse sobrepuesto a un grave accidente en un campeonato de saltos de esquí, la actividad deportiva que practicaba antes de dedicarse plenamente al ciclismo en el año 2011.
El segundo (Alejandro Valverde) un veterano de 39 años, un grandísimo corredor y luchador incansable que acumula victorias desde infantiles.
Y tercero (Tadej Pogacar) un jovencísimo campeón también esloveno de 19 años que si todo evoluciona de manera satisfactoria para él, pasará a formar parte de los elegidos para la gloria.
En definitiva un podium emocionante y esperanzador para un deporte que desde mi punto de vista se merece lo mejor.