Dirigida por Bong Joon-ho que es así mismo el autor del guion, Parásitos se ha convertido en una de las películas más galardonadas, y si todo el mundo coincide en que es buena, habiendo sido premiada en San Sebastián, Canes, Tokio u Holliwood, poco podrá significar que yo diga que se trata de una obra maestra.
La historia que se cuenta importa bastante menos que el modo en el que se hace y Bong Joon-ho demuestra su maestría consiguiendo dejar al espectador pegado a la butaca desde el minuto uno hasta el final, entretenido y casi sin parpadear logrando que olvide que lleva sentado frente a la pantalla durante más de dos horas.
Lo mismo que una buena novela no se puede contar sino que hay que leerla intentando descifrar el mensaje que lleva implícito, en esta película hay que impregnarse de cada plano, cada situación y cada imagen para captar todo lo que transmite pues, desde mi punto de vista, nos encontramos ante una metáfora del mundo competitivo, en este caso ubicado en Corea del Sur pero que podría darse en Madrid, París o cualquiera otra ciudad regida por el capitalismo extremo evidenciando con ello, la vigencia de la lucha de clases, pues con el gran poder narrativo de que hace gala, su creador nos pone ante la cotidianidad de una sociedad de ricos y pobres en la que no hay malos o buenos sino acciones derivadas de su circunstancia personal en cada caso y momento, consiguiendo que perdamos el horizonte de quien parasita a quien.
La película está en este momento disponible en versión original en régimen de alquiler en FILMIN.
Cuenta con 8,1 puntos en Filmaffinity y una SINOPSIS que dice lo siguiente:
Tanto Gi Taek (Song Kang-ho) como su familia están sin trabajo. Cuando su hijo mayor, Gi Woo (Choi Woo-sik), empieza a dar clases particulares en casa de Park (Lee Seon-gyun), las dos familias, que tienen mucho en común pese a pertenecer a dos mundos totalmente distintos, comienzan una interrelación de resultados imprevisibles.