Panegírico

Francisco Guzman en una marcha

Aunque de apariencia pequeña y frágil, a los que tuvimos la fortuna de conocerlo, siempre nos pareció una persona grande y de inmensa humanidad. La primavera de 2013 murió y su madre nos envíó este documento, que Paco Guzmán dejó escrito en su ordenador para tranquilidad de los amigos y enemigos en caso de que no volviésemos a verlo por esas vicisitudes tan extrañas de la vida. Con toda la ironía y toda la ternura del mundo lo tituló «Panegírico» que es el nombre con el que identificamos el discurso que se pronuncia en honor o alabanza de una persona, pero en realidad, no escribía su oración fúnebre sino el elogio del mundo, de la vida, del común y de los amigos, y escribía también nuestro consuelo, esa oración para clavar en el corcho de la habitación, porque Paco era un tierno muy cachondo.

Francisco Guzman.

Francisco Guzmán fue ejemplo de que la discapacidad no es destino. Licenciado en Ciencias Físicas y Humanidades e hijo de un sindicalista, supo conciliar la inteligencia con la sensibilidad social y hacerse cargo de su propia situación vital: la de una persona con gran discapacidad. Cuando participaba en las manifestaciones y marchas, lo hacía con una pancarta que decía más o menos lo siguiente: “No padezco discapacidad: padezco discriminación. Pregúntame por qué

Expresaba Melania Moscoso en el quinto aniversario de Dilemata, que desde su más tierna infancia se supo catalizador de los terrores colectivos, y consciente de que la mejor forma de hacer visible un tabú es transgredirlo, vivió y sobre todo escribió a tumba abierta. Y lejos de limitarse a sobrevivir para dar noticia de los adelantos de la medicina y de la “bondad” de quienes le hicimos un hueco en nuestras vidas y nuestros corazones -por la cuenta que nos tenía- Paco se afanó en conseguir todo aquello por lo que merece la pena vivir y de ello dio noticia en su hermoso PANEGÍRICO cuyo texto reproduzco:

He visto y he hecho cosas que jamás imaginaríais, lo supe por vuestro asombro cada vez que os las contaba.

He visto las nubes pasar como algodones bajo mis pies sobre el valle del río Deva, en Cantabria.

He bajado sin frenos en la silla, a tumba abierta, como los ciclistas, un viejo puerto en la sierra de Madrid, con la única convicción de que yo y quien empujaba y derrapaba en las curvas, éramos capaces de hacerlo. Teníamos 12 años.

En un sábado estival del 94 descubrí cruzando el Puente de Londres que se hablaba más español que inglés. Y he divisado una gaviota cruzar Times Square y perderse entre los edificios de Manhattan, como un sueño desesperado en busca de un puerto.

He amado mucho, hasta querer morirme, fijaos que disparate… y no tengo noticia de haber sido correspondido, tan solo indicios, destellos confusos, y algún que otro chasco. Finalmente el acontecimiento no tuvo lugar… queda pendiente para la próxima vida.

Sin embargo, he practicado relaciones sexuales plenas, más de lo que la mayoría probablemente habría imaginado, y mucho, mucho menos de lo que me hubiera gustado en la vida. No lo comentaba casi nunca para evitar desaprobaciones inútiles e innecesarias. Pero en esta lista de cosas por las que mi vida ha merecido la pena el sexo no podía faltar.

Me he asomado a los misterios del Cosmos. Aprendí que el Universo es muy grande y las posibilidades infinitas, así que no desesperéis. Pero decidir es hacer camino, y nunca se puede retroceder, aunque lo parezca, podemos volver a un mismo tiempo y lugar, pero siempre pagaremos un precio y nunca seremos los mismos. Eso se llama entropía.

He recorrido los otoñales bosques de la cultura de papel, la Historia, la Literatura y la Filosofía, y descubierto con regocijo que no todo está dicho. Me serví de muchos libros, aunque creo que pasé por más erudito de lo que en realidad era. La mayor parte de mi cultura provenía del cine y la televisión y de una impulsiva curiosidad por todo. Ningún libro o película me pudo dar más que algunos buenos indicios sobre quién era y por qué estaba aquí.

Practiqué la política desde el activismo y desde mi vida cotidiana, que es desde donde mejor se puede hacer sin necesidad de adherirse al poder y al dinero, para poner un granito de arena a eso de cambiar el mundo. Por si hay alguno de los presentes aún no se ha enterado: esto es la despedida de un diverso funcional. Tuve la gran fortuna de vivir como lo hice precisamente porque me permitieron aceptarme y vivir tal cual era.

Podéis felicitar a mis padres si os place, sin duda se lo merecen, sin embargo no olvidéis que no debieran haber sido los únicos soportes durante la mayor parte de mi vida. Las administraciones públicas deben garantizar la no discriminación, la igualdad y la libertad de todos poniendo a disposición los necesarios recursos, incluida la asistencia personal. Me voy con el buen gusto de haber experimentado la auténtica independencia.

Comencé varias veces a escribir mi propia autobiografía, ficcionada naturalmente, pero siempre había algo urgente que hacer y me distraía… lamento que demasiadas veces lo urgente demoró lo importante, y al final el libro quedó sin escribir, y otras muchas cosas quedaron sin hacer.

Lamento al fin dejaros, ahora que empezaba a dejar de tener miedo. Que me desembarazaba de cautelas y obligaciones. Que me permitía, a veces, presentarme ante quien fuera tal cual soy, sin ostentosas demostraciones de paciencia o resistencia, y sin preocuparme demasiado por el futuro. Di pocos pasos por ese camino, me habría gustado saber adónde me habría conducido, seguramente a un lugar bonito y tranquilo de mi conciencia, un lugar que todos deberíamos tener y compartir.

A todos aquellos y aquellas que entendieron mis necesidades y me ayudaron para hacer todo lo anterior posible, tenéis toda mi gratitud. Y a todos con los que compartisteis cualquier cosa conmigo, aunque fuese un desencuentro, se os agradece la oportunidad.

Desde vuestro recuerdo, os quiero

Paco Guzmán

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