Lo pensé viendo la foto. Corría el mes de junio de 1966, estaba estacionado en una calleja sin asfaltar de una capital de provincias sin otro objetivo que esperar me hicieran la foto y me pregunto que pasaría en aquel momento por la cabeza convertida en hervidero de un adolescente a punto de cumplir los 16.
Recién se había tomado la decisión de que no me presentaría a la reválida de sexto de bachiller. Lo expreso así porque la decisión no fue mía, la familia la había tomado por mí, solo me tocaba acatar, bastante que me compraban caprichos como una moto de 150 cc. Alguna vez expresé el deseo de convertirme en docente, pero se me argumentó que se trataba de una quimera de la que no podría vivir. De este modo me matriculé en la Escuela superior de comercio de Santander para afrontar una carrera media que ellos entendían con futuro, Peritaje Mercantil, de ahí podría acceder a Profesor Mercantil y terminar en una empresa importante como un banco pasando boletas que era como se denominaba entonces a los asientos contables de un banco. Un futuro tan incierto como despreciable para mí que en aquel entonces me sentía incapaz de dibujar un horizonte medianamente claro. Mi padre había muerto recientemente sin darle tiempo de disfrutar de jubilación alguna y lo único que tenía claro es que no llegaría a cumplir su edad ni por asomo.
Mi meta de vida no iba más allá de los 50, estaba convencido de quedarme en el camino de una carrera de fondo que estaba deseando iniciar, una carrera huyendo de mi mismo y de un entorno que me oprimía y así fue como luego vinieron intentos de convalidar los estudios con empresariales, cuando desapareció la carrera de comercio o con económicas con acierto a medias. Y también pasos por la clandestinidad subversiva contra el dictador, trabajo en la privada, desencanto, felicidad, más desencanto, más felicidad, hasta llegar hasta aquí siempre huyendo hacia adelante.
La huida hacia adelante es algo de lo que se habla poco y que practicamos la mayoría aunque solemos denominarlo de otra manera y se convirtió en una constante en mi vida siempre escapando de algo que no me gustaba o simplemente en busca de algo mejor que no siempre encontré, pero que no obstante me sirvió.
Por eso creo que intentar diseñar un futuro es el mayor error porque ese diseño nunca se cumplirá y la vida te llevará a otro lugar distinto que puede ser incluso mejor ¿quién sabe?. Lo único que deberíamos hacer es formarnos, estudiar y vivir y no es un consejo aunque lo parezca porque pienso que esto lo hacen mejor las generaciones actuales que la mía.