Emulando a Benedetti, “me gustaría que el año comenzara todos los sábados” para así llenar de propósitos cada semana, propósitos y planes que alentaran la razón y ahuyentaran los desánimos.
Decía Sófocles“…nada dura: ni la noche estrellada, ni las desgracias, ni la riqueza; todo esto de pronto un día ha huido” porque todo tiene un principio y un final, nada dura para siempre, hasta los objetos materiales, esos cuya compra tanto apremio nos produce, cuando cumplen su solo generan desánimo o desencanto, todo lo contrario de lo que producen cuando están nuevos y recién comprados.
Y, cuando nos sometemos a cirugías plásticas, no por razones de salud sino pretendiendo detener las secuelas del paso del tiempo, caemos en la fantasía de las flores inmortalizadas, en la realidad de los sueños imposibles y las causas inútiles porque nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde.
Comienza un nuevo año y deberíamos meditar sobre ello porque la mayor parte de las veces cuando las cosas comienzan gozan de un halo de novedad, pleno de promesas esperanzadoras que se nos apuestan infinitas pero que con el devenir solo apreciamos en ellas defectos o carencias hasta que terminamos por dejarlas de lado y entonces ocurre el efecto contrario, volvemos a recordar sus virtudes y minimizar sus defectos.
Acaba 2018 y llenamos de buenos deses el 2019 y acaso deberíamos pensar un poco en todo lo bueno que hemos vivido y agradecer a los que nos rodean por los momentos agradables que propició su cercanía.
TODO EMPIEZA Y TODO ACABA EN TÍ: Ismael Serrano