Closer

Cegados por el deseo. ¿Por qué no basta con amar?

Es una película de 2004 que en el mundo hispano se ha traducido por “Cegados por el deseo”. Se trata de una dramedia de algo más de hora y media dirigida y producida por el ya fallecido  Mike Nichols, creador de “El graduado”. El guion es obra de Patrick Marber, autor así mismo de la obra de teatro homónima en la que se basa. Está protagonizada por Natalie Portma, Jude Law, Julia Roberts y Clive Owen, que están todos bastante bien lo que evidencia un buen trabajo de dirección de actores.

Me movió ver esta película el hecho de que Daniel Andreas en Filmaffinity le dedicara una crítica demoledora, tachándola poco menos que de despojo y argumentando lo poco creíble que resultaba. Opino que si un filme resulta poco creíble, y ahí está el realismo mágico como ejemplo, pero emociona, bienvenido sea.

Es cierto que está narrada un poco a manera teatral y que abusa de los primeros planos, sin embargo cada director tiene su manera de contar historias y los diálogos son interesantes y tanto la fotografía como la música también.

Creo además que el director, hay que tener en cuenta que estamos hablando de una película que se hizo hace más de 15 años, hace una exposición, no sé si crítica aunque a mí me lo parece, acerca de la cultura del patriarcado. Los dos protagonistas masculinos cosifican a las mujeres desde el primer momento convirtiéndolas en meros objetos sobre los que de algún modo tienen potestad solo por ser hombres. En este sentido me parece elogiable y recomendable aunque me consta que cada cual saca sus propias conclusiones de lo que ve. Aun así entiendo que las películas, como los libros deben ser juzgados por un todo y no por un capítulo, un plano, o una técnica determinada y el todo no me ha gustado. Está disponible en Movistar+

Cuenta en Filmaffinity con una puntuación de 6,7 y una SINOPSIS que dice lo siguiente:

Una historia de pasiones, sexo, amor y abandono que involucra a dos parejas, con una situación que se complica cuando el hombre de la primera pareja conoce a la mujer de la segunda. 

SOUNDTRACK DEL FILME
TRAILER OFICIAL

El síndrome Woody Allen

Hp-85 de Hewlett Packard

Participo de lo dicho por Edu Galán en su libro El síndrome Woody Allen y hasta lo puedo considerar un libro útil para entender lo que está ocurriendo en las redes, pero a nivel personal no encuentro nada nuevo en él. Porque antes incluso de que sobre la tierra se extendiera la Internet, ya manejaba yo un ordenador HP-85 de Hewlett Packard que se parecía más a una máquina de escribir que a un ordenador, aunque llevaba encima una pequeña televisión en blanco y negro conectada a la CPU donde se visualizaban las operaciones que se hacían y algo de programación en Basic, fundamentalmente modificaciones de las bases de datos para adaptarlas a mis necesidades, porque lo utilizaba para llevar la administración, contabilidad y facturación en la empresa que trabajaba y que facturaba 200 millones de “pesetas” al año (hablo de los años 80)

Ese fue el inicio, pero detrás vinieron el resto de los ordenadores que he poseído y la posibilidad de navegar por internet, y también fui de los primeros en hacerlo. En realidad no hace tanto, unos 20 años y me conectaba a través de Hispavista una empresa que sonará poco y que no sé lo que hace ahora, pero todavía existe. A través de ella conseguía conectarme dos o tres horas al día a una velocidad que hoy daría la risa, participaba en foros de discusión tecnológica, universidades y poco más, ya que los móviles eran todavía un sueño. Pero también fui pionero en Facebook, Tuenti y el resto de redes porque en todas las que he podido, he participado y hago este largo preámbulo, para indicar que solo hablo desde la experiencia y es que hace muchos años entendí que en pocas palabras no se pueden explicar conceptos ni confrontar ideas, que con cuatro palabras solo se pueden hacer titulares y confundir más que clarificar. Decidí entonces abrir un cuaderno de bitácora y para ello utilicé una herramienta gratis creada por unos chicos de Nueva York en el año 1999, un proyecto que posteriormente adquirió Google para luego prácticamente abandonarlo. Ahora utilizo otra plataforma (WordPress donde está Ud. leyendo esto) porque sigo empeñado en un imposible, ya que lejos de que la gente entre a leer mis ideas y participe, afirmando o disintiendo, el silencio sigue siendo la respuesta habitual.

Muchos lo leerán otros, solo las cinco primeras líneas porque leer cansa. El éxito de las redes es que se leen dos frases, se responden cuatro tonterías y todo vale porque todo el mundo tiene derecho a expresarse. Las redes son lo más parecido que yo conozco a las barras de los bares después de dos birras y va a tardar tiempo en dejar de que así sea aunque, basándome en mi experiencia, estoy convencido de que lo mismo que hemos llegado hasta aquí, evolucionaremos hacia otra parte, pero lamentablemente no lo haremos por leer el libro con el que abría este post, ojalá fuera tan sencillo.

MAGIA

Yo también tuve 20 años y por aquel entonces las comunicaciones interpersonales mayormente se realizaban a viva voz, no había móviles y la mayoría de hogares carecía de teléfono fijo. Con frecuencia acudíamos a cabinas telefónicas públicas, bares o la tienda de ultramarinos del pueblo como únicos medios posibles para transmitir nuestros deseos, peticiones o simplemente para citarnos. En las grandes ciudades quizá era un poco más fácil pero no tanto.

Hoy una especie de éter transporta nuestra palabra, las imágenes que proyectamos, incluso los sentimientos envueltos en parábolas o metáforas. Lo hemos denominado internet y pronto dispondrá de una red 5G que intercomunicará a los humanos de manera universal pero para mí, que viví aquella otra vida de la que hablaba, es magia y me explicaré con un ejemplo.

A punto de cumplir setenta años, un jueves de hace no tanto, me enteré de que tenía que editar vídeos para subir a Youtube y no sabía ni por donde empezar. Esa misma tarde estaba viendo un vídeo de Javier Telletxea, un navarro casado con una chica china que reside en la provincia de Wuhan y se gana la vida enseñando español y grabando vídeos que monetiza a través de YouTube.

Tuve el impulso de preguntarle y lo hice, aunque es algo que no acostumbro, inserté un comentario en el vídeo: Javier, tengo que editar vídeos y no tengo ni idea ¿Me podrías orientar un poco? Me doy cuenta de que lo haces todo desde casa, ¿cómo te arreglas? Javier y su novia china vivían esos días confinados como tantos otros ciudadanos de aquella provincia.

Me respondió enseguida y con una concreción y claridad que me asombró. Pues verás me dijo, existe una empresa estadounidense afincada en Fremont (California) que dispone de un editor profesional de vídeo, pero también distribuyen de manera gratuita una versión que además está traducida al español y es totalmente operativa. Después, un tal Pedro Terrero que vive Madrid y se dedica a la edición de video profesional, te enseñará a manejarlo por muy poco dinero, y si no puedes o no quieres pagar, dispones de otros muchos videotutoriales en internet totalmente gratis con los que seguro te arreglarás, así que miedo ninguno, ponte a ello que no tendrás problemas y suerte.

Además de que no sabía como agradecer el favor que me hacía alguien al que no conozco y con el que probablemente jamas tenga la oportunidad de hablar, no salía de mi asombro ante lo que me parecía pura magia, pues al viernes siguiente, es decir, 8 días más tarde, lograba subir mi primer vídeo a internet después de haberlo editado, dado formato y puesto sonido de fondo, y todo ello gracias a un chico que vivía en china, una empresa de EEUU y un paisano de Madrid sin ninguna conexión entre los tres, ni relación de negocio, amistad, ni nada parecido, unos perfectos desconocidos y si esto se lo hubieran contado a aquel que fui yo, se hubiera partido la quijada a reír.

A pesar de lo dicho esta magia tiene su lado oscuro cuya observación me devuelve otra vez al pasado pues en mi juventud las redes de apoyo tenían gran relevancia. El vecino con el que quedabas para poder volver a casa acompañada de la fiesta si lo hacías tarde, la vecina que cubría tus necesidades cuando te ausentabas, el cartero que ubicaba perfectamente tu red de amistades, el tendero que te daba crédito cuando no llegabas a fin de mes o la maestra que te escribía aquella carta dirigida a una institución y que ahora sustituyes por una herramienta de tu ordenador o una búsqueda en Google.

Marc Dunkelman, experto en Asuntos Públicos de la Universidad de Brown, en su libro «La transformación de la Comunidad Americana» afirma que en los últimos 50 años hemos cultivado los extremos (seguimos en contacto con amigos y familiares y tendemos puentes con desconocidos por Internet), pero hemos condenado al ostracismo a todos los de la zona intermedia, donde se encuentran el vecino de la puerta de al lado o el tendero de la esquina. Al primero, ni le ponemos cara, nos molesta. Y el segundo habla demasiado, preferíamos ir al supermercado, donde apenas tienes que mirar al cajero y la comida viene en cajas de plástico pero todo eso colabora a tu aislamiento, sentimiento de soledad y frustración.

Por otra parte, los efímeros e-mails, mensajes de texto, WhatsApp, tuits han sustituido a las cartas que eran notario de nuestros sentimientos y cuyo hallazgo ha dado lugar a hermosos libros de base epistolar. Y en nuestra mano está conseguir que las transformaciones que creamos para facilitar nuestra vida, no perjudiquen ni deterioren nuestros comportamientos.