No mola no, y además es antisocial. La nueva normalidad no diseñada, no meditada, marcada por las circunstancias se impondrá como se impone todo, por agotamiento pero además porque no luchamos por lo nuestro, nos portamos como borreguitos derrotados.
Mi abuelo, que vivió la guerra civil, me dijo muchos años después de que esta sucediera que fue tal la devastación, el desorden y la represión que, sinceramente pensaba que ya nada volvería a andar. En el medio rural aún había casas y estructuras en pie y tierras de donde arrancar una berza, una lechuga o unos tomates y donde pudieran pacer algunos animales pero en la zona urbana la debacle parecía irreversible. Sin embargo, 25 años después todo estaba normalizado, absolutamente diferente, si, pero normalizado.
La pandemia producida por el coronavirus puede que sea lo más parecido a una guerra si lo juzgamos por la devastación económica y podemos prever que dentro de 25 años todo será muy diferente y obsérvese que no digo mejor, ni peor, solo que no se parecerá en nada a lo que hemos venido teniendo.
En eso pensaba hoy al observar lo que le está ocurriendo a nuestro sistema de salud. Si miramos a nuestro al rededor podremos comprobar que la normalización está llegando más o menos a todos los estamentos excepto a la Sanidad. Podemos comprar tranquilamente en cualquier supermercado o tienda, con ciertas precauciones pero lo podemos hacer, acudir a restaurantes, cafeterías, disco bares, playas, centros comerciales, piscinas, cines, todo abrió tendiendo a una cierta normalización, ¿Por qué no ha ocurrido lo mismo con la Sanidad? Yo solo veo una explicación plausible. Los mandamases que la dirigen están viendo la posibilidad de seguir funcionando de la manera que se venía haciendo durante la pandemia dadas las pocas protestas que se dieron, evitando la consulta presencial tal como estaba establecida, porque resultaba muy cara.
Dicho de otra manera, están experimentando la posibilidad de implantar la asistencia telefónica. Un funcionario al que no pones cara porque solo es una voz, te pregunta que te pasa, que te duele, que sientes y con ello intenta hacer un diagnóstico sabedores de que en un amplísimo porcentaje la gente acudíamos a consulta por nada, un dolorcito muscular, una mala digestión, una úlcera en la boca, etc., de manera que antes te recetaban o recomendaban porque (recetas ya las daban contadas) un paracetamol y esperar unos días para, si no remitían los síntomas, volver. Bien pues eso se hace ahora por teléfono.
Te dicen ve a la farmacia, compra tal cosa y si no remite en unos días vuelves a llamar. Y si no funcionó, si continúa la queja, se le deriva hacia el especialista o si hay dudas se le cita a una hora concreta en el centro de salud y si la cosa se pone jodida al hospital gigante que tiene medios, recursos y personal.
Me imagino ya, la nueva normalidad de la Sanidad dentro de 20 años y no mola. Un centro de salud como por ejemplo el de la Corredoria, tendrá un 20% de personal, la recogida de llamadas se habrá externalizado y lo llevará una empresa cuya central puede estar en Galicia o en Sevilla, da igual pues solo tiene que comprobar por los datos que el paciente facilite, su afiliación y pasar aviso al médico más próximo de atención primaria que esté libre y que puede estar tranquilamente en su casa. Se pondrá en contacto con el paciente cuando le venga bien y lo hará por teléfono, duo, Zoon o cualquier otra herramienta similar, intercambio de palabras, gestos, sonrisas y deriva hacia quien pueda resolver el problema realmente.
Ahorro de un 76% de la plantilla, los pacientes como borreguillos haciendo colas permanentes para radiografías, ecografías, mamografías, o esperas en consulta de especialistas y demás monsergas programadas a la comodidad del sistema pero no de la gente.
Están experimentando para una nueva visión optimizada de la sanidad que nos coloque donde nos merecemos porque esto también nos lo hemos buscado por no saber luchar por nuestros derechos.
La sanidad es un bien público que se financia con nuestro dinero pero los gestores públicos no lo ven así, ellos no administran un bien público sino que ellos manejan una herramienta pública que no es lo mismo. Y eso hace que solo se preocupen de la optimización económica en lugar de preocuparse por mejorar los servicios, los medios y la dotación de personal.
Por añadidura esto permitirá la verdadera incursión de la sanidad privada porque la mayoría de los servicios sobre todo los metódicos, revisiones urológicas y ginecológicas, mamografás, revisiones neumológicas, etc. serán externalizados repartiendo a los pacientes por cientos de clínicas especializadas. Y esto es lo que a mí no me mola nada porque supondrá romper de una vez por todas con la concepción universal de la sanidad y su gratuidad para convertirse en una maquinaria similar a la norteamericana y me temo que cuando lleguen las lamentaciones, ya será tarde.