El centro y los extremos

Somos todos tan limitados, que creemos siempre tener razón(Goethe)

Siempre me resultó y ahora también, muy difícil entender como al final de unas elecciones en las que la participación ha sido buena y a la que han concurrido un buen número de partidos, cuando se presentan sus líderes ante la opinión pública, todos afirman haber ganado cuando no lo ha hecho ninguno pues como cabe esperar de un acontecimiento de estas características, los resultados son variados, unos más que otros, pero todos tienen unos cuantos votos y como ha ocurrido en el día de ayer, ninguno es determinante y muchos son poco o nada significativos para la gobernabilidad.

En mi opinión ayer ganaron la moderación, la gestión y la diversidad, mientras los ciudadanos rechazaron con suficiente rotundidad los extremos, tanto la ultra derecha como la izquierda radical de manera que relegaron a VOX y a SUMAR a la tercera y cuarta fuerza política. Desde donde, eso sí, pueden inclinar la balanza hacia la derecha o la izquierda a la hora de gobernar un país tan complicado como el nuestro en el que todos están condenados a entenderse aunque nadie lo quiera hacer. Antonio Machado lo manifestaba así: «Españolito que vienes al mundo te guarde Dios. Una de las dos Españas ha de helarte el corazón«

La buena gestión también ha quedado patente a pesar de las críticas y catastrofismos manifestados por la oposición y, no solo porque la economía esté funcionando razonablemente, que también ha quedado patente por el excelente funcionamiento del voto por correo, sin quejas, ni reclamaciones y por un escrutinio con cotas de eficacia que a buen seguro envidian en otros países de democracia avanzada y eso a pesar de los malos presagios de Feijóo, en los que vaticinaba baja participación por el calor y las vacaciones o el llamamiento alarmista a los carteros.

Todos los líderes dicen haber ganado porque todos quieren tener razón y, ya lo decía Camus: «La necesidad de tener razón es signo de una mente vulgar» que es lo que somos, gente con una mente vulgar, en especial, aquellos que se dedican a la política porque seguramente no valen para otra cosa salvo escepciones que una vez más confirman la regla.

¿Qué le sucede a la izquierda?

Tendencia suicida, políticamente hablando.

Esa era la cuestión que se planteaban los tertulianos intervinientes en el programa «Hoy por hoy» de la cadena SER, en un intento por analizar la encuesta publicada en EL PAIS, para las elecciones generales que nuevamente apunta al triunfo de la derecha junto a la ultraderecha y la baja intención de voto, principalmente detectada entre los votantes de izquierda.

Me llama la atencción el poco interes que para los tertulianos tiene la derechización europea que tantas veces planteé aquí como llamada de atención y que alienta, a mi juicio, la abstención o falta de movilización como dicen ahora.

Asimismo, y más preocupante para mí si cabe, es la tendencia suicida, políticamente hablando, del votante de izquierdas que tradicionalmente en situaciones como la que vivimos, opta por darse un tiro en la pierna quedándose en casa, en lugar de utilizar el voto como arma, mientras la derecha hace todo lo contrario y practicando el culto al líder, sigue todos sus intereses, acudiendo en masa a votar para asegurar el triunfo.

Sin embargo, dudo y mucho que la unión de Podemos y Sumar, utilizada como interruptor para obtener el éxito sea suficiente y enunciar por enésima ocasión los méritos y logros obtenidos por la coalición sirva para algo porque lo logrado, ya está, ¿para qué luchar por ello?

Como siempre parezco pesimista, pero ya pensaba así cuando Yolanda planteó un proyecto que uniría a la izquierda que puse en duda desde el primer momento.

Irene Montero

Excelentísima Ministra de igualdad.

Ayer, hablando con una amiga, salió en la conversación, de lo que envejecen los políticos transcurridos solo algunos años ejerciendo. Ella, ponía el ejemplo de (Pretty) Sánchez, por tener que sufrir a Irene Montero tocándole los catalinos un día sí y otro también.

Ni que decir tiene lo que me dolió escucharla, por ser mujer y sobre todo por lo que la aprecio. Soy partidario de no mover ni una coma de la ley Orgánica de garantía integral de la libertad sexual (hoy motivo de controversia) y también me duele el estupor que está produciendo en las mujeres las excarcelaciones y reducciones de penas a los ya condenados por violación y abusos, no obstante me sigo sintiendo partidario de Irene Montero porque si al final por la presión de la derecha y el tremendo altavoz de los medios, la modificación del PSOE se lleva a cabo finalmente, se dará un paso atrás del cual nos arrepentiremos todos.

Esta semana me ruboricé ante las declaraciones de Pilar Llop, a la sazón Ministra de justicia del actual ejecutivo. En ellas decía, que una agresión con violencia es muy fácil probar con un rasguño y lo primero que pensé es, esta mujer no ha hecho más en su vida que estudiar y está carente de experiencias, a lo mejor nunca la pusieron la mano encima porque todas las mujeres deberían saber que eso es mentira, ya que millones de violaciones en distintas situaciones son casi imposibles de demostrar porque no dejaron rastro que lo probara, ni siquiera un leve desgarro vaginal que fuera inequívocamente signo de tal agresión. Estoy convencido de que Pilar Llop habla y actúa así ante la presión de su presidente, lo cual, le debería hacer pensar lo fácil que es caer ante la exigencia de ciertas presiones que pueden ser incluso violación para una mujer débil e insegura, dependiendo de la situación en la que se encuentre.

Para entender lo que digo, recomiendo sobre todo a las mujeres, pensar en una escena de Blonde, película que si no vieron se la recomiendo. En esa escena Marylín Monroe mujer que no mito, cuando solo era una adolescente de provincias, sufre una violación sin rastro como las que me he referido hasta ahora.

Un reconocido y todopoderoso productor de cine y teatro al que visita, por tener interés en acceder a un papel en una obra de teatro, la recibe en su despacho, sin invitarle siquiera a sentarse. Ella permanece de pie tras uno de los sillones confidenciales solicitando el puesto, él aparentando asentir y sin dejar de hablar, se levanta de su flamante basculante de cuero y haciendo un amplio giro dentro del imponente despacho hasta ponerse tras ella, protagoniza una bochornosa escena que ella en vida contó tal cual a sus amigos y próximos. La empuja violentamente hacia adelante, mientras le levanta la falda, baja la braga y viola, dejándola paralizada y sin comprender lo que ha pasado y por qué ha pasado, tras lo cual, el viejo y repugnante individuo, se retira y dice que ya se pondrán en contacto con ella. Les recomiendo ver la película, disponible en NETFLIX y la escena, porque aunque la actriz sufrió alguna violación más, esta es significativa para el desarrollo de este post.

En cuanto a mí, sigo manteniendo la esperanza de que la ley se mantenga tal cual en cuanto al consentimiento, porque de haber sentido aquella mujer, la seguridad que tienen hoy, gracias al esfuerzo del movimiento feminista, aquel productor, habría muerto en la cárcel por la ley de la que hoy hablo.

Pero no solo por esto, es que según mi sentido de la aplicación de la justicia, los hombres que cometieron delito, en ocasiones presos de la educación patriarcal, tienen derecho a ver reducida su pena, fruto de la anterior ley, porque no creo que mayores penas de las debidas vayan a solucionar el problema de las esposas, madres o niñas, consecuencia de una educación patriarcal, machista y trasnochada con la que estoy menos de acuerdo aún.

SATURACIÓN

A la edad de 25 años, ya estaba trabajando y cotizando al erario público. Se vivían momentos tan convulsos o más que los de ahora, En aquel año murió el dictador y ante el alivio que el acontecimiento producía a la mayoría, se abría un futuro tan incierto que no sabías muy bien si huir o quedarte y afrontar lo que viniera a pesar de la desazón derivada de ignorar el rumbo que tomaría una sociedad que se debatía entre el rencor, el revanchismo y el miedo.

Me consideraba un tipo informado pero no saturado por la información. Había que seguir los acontecimientos de cerca, la sucesión, la deriva del Rey (hoy en fuga) entonces una posible esperanza de cambio que al final se produjo con el advenimiento o restauración de la democracia y para ello contaba con un informativo al medio día y otro por la noche, tanto en radio como en TV, más la prensa escrita. Recuerdo que a diario adquiría un periódico local y una cabecera nacional, en aquel momento Diario-16 y un par de revistas semanales Triunfo y El tiempo. Por lo tanto disponía de tiempo suficiente a lo largo del día para ir asimilando la información, clasificarla, ubicar la parte estadística por un lado, los acontecimientos negativos por otro y además los fines de semana mamarme las fuentes de opinión tanto de la derecha como de la izquierda que me ayudaban a realizar una fotografía global de por donde irían los tiros.

Así fue durante bastante tiempo hasta que llegó la era de la Internet y los móviles, estos endiablados ordenadores de bolsillo, sin los que ya no puedo vivir, y lo trastocaron todo. Hoy ya no es necesario esperar al medio día o la noche para recibir noticias porque vivimos en la era de la información continuada, miles de datos, opiniones, sucesos provocan avisos en las app’s de nuestros aparatos y redes sociales personalizadas con nuestros sesgos nos advierten de peligros, nos animan con logros y alimentan las estadísticas ya de por sí infladas, inflamadas y saturadas hasta el punto de que la información útil que puedan aportar es imposible de asimilar.

Y una vez más me encuentro solo para decidir cuál deba ser la actitud a adoptar ante esta nueva situación que nos empuja a rechazar las estructuras y odiarlo todo, empezando por la política y continuando por las instituciones aunque a la vez sepamos que no tenemos otras alternativas porque la dictadura y los totalitarismos al menos para los que lo vivimos y mantenemos viva la memoria, sabemos que son mucho peores opciones.

Por todo lo expuesto, de momento, he tomado la decisión de alejarme por completo de las tertulias televisivas y de las otras, restringir las redes al máximo excepto en lo local para centrarme fundamentalmente en el mundo de la cultura, la ciencia y la política internacional, intentando emular en lo posible la situación en la que me hallaba cuando tenía 25 años, al menos en lo que se refiere al mundo de la actualidad porque me afectará gravemente en tanto siga vivo como me afectó el de entonces.

TODOS IGUALES

El artículo 14º de nuestra constitución está redactado de la siguiente manera: “Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social”, sin embargo, tanto este artículo como otros referidos al trabajo, o la vivienda, nunca se han cumplido lo que me lleva a pensar que la constitución, ese libro casi elevado a escritura sagrada por los poderes fácticos, es poco menos que “papel mojado”.

Que todos los españoles no somos iguales ante la ley y que la monarquía está «hecha unos zorros» y más cuestionada que nunca, lo demuestra el rocambolesco “affaire” del monarca emérito, fundador del mal denominado por algunos “Juancarlismo”; a partir del momento en que quedaron claras cuáles eran sus disimuladas prioridades, ocultas bajo su cara inocente y bonachona, a saber, cazar elefantes junto a millonarios, coleccionar “buenas señoras” o señoras que estén buenas (no sé como decirlo), pagar sus favores a un precio que ni la más costosa meretriz imaginaría, además de pillar pasta en negro por la cara para colocarla en paraísos fiscales antes de refugiarse en un estado feudal y totalitario, donde no se respetan los derechos humanos, para evitar ser llevado ante los tribunales españoles. Ahí es nada.

Ayuso, la privilegiada presidenta “pepera” de Madrid, remachaba en la cámara el asunto para el que no lo tuviera suficientemente claro: «la ley es igual para todos, pero no todos somos iguales ante la ley» decía la condenada, con dos ovarios, de seguir así, terminaré por admirar a esta señora.

Y es que al exmonarca o ex (lo que sea), no lo ha traído la guardia civil esposado desde su refugio como hicieran con Luis Roldán, no, este ha venido cómodo, protegido por calefacción y guardaespaldas, sin cuarentenas ni mierdas, para acercarse a hacienda y entregarles un papelito con dos escuetos párrafos (para qué más?) reconociendo que se ha portado como un chorizo, pero que no volverá a ocurrir y que les devuelve una exigua parte de lo esquilmado para que cierren la boca y se olviden de él de una puta vez. Maravilloso si yo fuera buen amanuense capaz de redactar un texto mejor, pero me salió este.

The Crown

Serie dramática de ficción histórica que recrea el reinado de la Reina Isabel II de Inglaterra. Ha sido creada por Peter Morgan para NETFLIX y se compone de 4 temporadas con 10 episodios cada una, de aproximadamente una hora cada episodio.

A mi juicio, todos deberíamos luchar contra nuestros sesgos y prejuicios a la hora de juzgar lo que sea. Yo lo he intentado siempre, pero en muchas ocasiones como en esta, no lo he conseguido y es que además soy republicano, que es una razón de peso en sí misma para pasar de ver esta lujosa serie británica. Pero hace poco llegó a la plataforma de pago por visión, la 4ª temporada que comprende la época «thatcherista», prácticamente todo el mandato de Margaret Thatcher, conocida popularmente como “La dama de hierro”, primera mujer elegida primer ministro en el Reino Unido.

Como bien dice Sergio del Molino en “El País”, salvo que se aplique la mirada de Stephen King para juzgar la serie sobre la familia británica, según la cual “cuenta la historia de una familia secuestrada por una nación que, a cambio de unos cuantos palacios y una serie de privilegios, está condenada a entretener al pueblo con rituales, astracanadas y escándalos inspirados por el ocio y la libido, para regocijo lucrativo de los tabloides de la tarde”, el resto de las miradas la de los monárquicos no comprendo cuál pueda llegar a ser, pero yo que entré a ella como republicano, he salido sintiendo asco y preguntándome como es posible a estas alturas de la historia que pueda haber gente que aún defienda una monarquía que no es otra cosa que una máquina de acaparar dinero y riqueza hortera a cambio de absolutamente nada.

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Cumbre banderil

Comienzo a aborrecer esa crítica superficial pero continua que se hace a Ayuso y que la prensa alimenta sacando las cosas de contexto, para que todo pase por no ser más que una anécdota, cuando estamos hablando del bienestar de los ciudadanos, pero también de cumplir con el deber de amortizar el sueldo generoso que reciben y su proyección como político, una figura laboral favorecida por privilegios como las puertas giratorias por lo que se podría afirmar que los dos protagonistas de la cumbre banderil en Madrid pueden presumir de tener el futuro resuelto hasta que llegue el momento de su muerte.

La Sra. Ayuso puede ser tan mal presidenta para la Comunidad Autónoma madrileña como mal alcalde pueda ser el Sr. Canteli para Oviedo, salvando las distancias y con razonamientos diferentes pero la culpa de que accedieran al cargo y lo peor, que se mantengan en él, no es de ellos sino del Partido Popular porque nuestro sistema político se apoya en una estructura de partidos monolíticos que se rigen por un sistema vertical con culto al indiscutible líder y me resisto a pensar que no había otros posibles dirigentes para regir la comunidad madrileña, mejor formados y más eficientes, o candidatos a alcaldes (a más de uno conozco) dentro del propio partido popular que hubieran sido mucho mejores alcaldes o alcaldesas para Oviedo que nuestro decrépito edil.

Pero además, este alarde de banderas y símbolos para tratar de lo que se está convirtiendo en un asunto de estado y con la que está cayendo en cuanto cifra de fallecidos y descontrol del sistema sanitario, me parece tan excesivo y fuera de bolos que me avergüenza haberlo vivido y de paso haber escuchado tal colección de despropósitos.

Si alguien llegó a pensar que la pandemia obligaría a juntar el hombro a nuestros políticos para acordar soluciones generosas e imaginativas, ya sabe que estaba equivocado, que esto no será posible mientras los partidos ganadores en las urnas, elijan representantes manejables, manipulables e ineptos que difícilmente puedan hacer sombra a sus dirigentes.