Como ya dijimos en este mismo blog, Better Call Saul es una precuela de Breaking Bad y por ello uno de sus atractivos, aunque solo para aquellos que vieron ambas, es que tienen personajes en común y escenas iguales pero vividas desde la perspectiva de cada una de las seríes, en este caso miniserie porque se han emitido solo cuatro temporadas por ahora.
Pues bien, he terminado de ver la cuarta y he de reconocer que me ha gustado más que las tres anteriores, especialmente en lo que respecta a la evolución del abogado, hasta ahora Jimmy pero que termina siendo Saul Gudman por fin, pues pretende ejercer como abogado una vez pasado el año de expulsión del colegio, dejando atrás su verdadero apellido y desligándose por tanto de la saga que componía con su hermano el célebre abogado ya fallecido.
La justicia es a grandes rasgos, la herramienta que los humanos hemos creado para ayudarnos a dirimir las desavenencias. Consiste en un órgano corporativo financiado entre todos cuyo objetivo es ese, impedir que utilicemos la violencia o la fuerza, intentando que prevalezca la razón. Dentro de este aparato un elemento importantísimo son los abogados que han de representar a cada parte ante los jueces para ayudarles a que tomen la decisión más justa o más adecuada. A su vez, los abogados pueden pertenecer al grupo de aquellos que aman y respetan la ley, las normas y la ética, jugando siempre limpio o al grupo de abogados que consideran su profesión como una competición, siendo lo más importante ganar o lo que es lo mismo, que la balanza pese más, es decir favorezca a su cliente. De alguna manera, tanto el hermano mayor de Jimmy, a partir de ahora Saul, y su pareja pertenecen al primer grupo mientras que él parece estar jugando una carrera contra sus propias frustraciones y su pasado sin reparar en gastos lo que parece alienarlo con el segundo grupo.
Vamos a ver que nos depara el futuro en caso de que la serie siga adelante.
