MAGIA

Yo también tuve 20 años y por aquel entonces las comunicaciones interpersonales mayormente se realizaban a viva voz, no había móviles y la mayoría de hogares carecía de teléfono fijo. Con frecuencia acudíamos a cabinas telefónicas públicas, bares o la tienda de ultramarinos del pueblo como únicos medios posibles para transmitir nuestros deseos, peticiones o simplemente para citarnos. En las grandes ciudades quizá era un poco más fácil pero no tanto.

Hoy una especie de éter transporta nuestra palabra, las imágenes que proyectamos, incluso los sentimientos envueltos en parábolas o metáforas. Lo hemos denominado internet y pronto dispondrá de una red 5G que intercomunicará a los humanos de manera universal pero para mí, que viví aquella otra vida de la que hablaba, es magia y me explicaré con un ejemplo.

A punto de cumplir setenta años, un jueves de hace no tanto, me enteré de que tenía que editar vídeos para subir a Youtube y no sabía ni por donde empezar. Esa misma tarde estaba viendo un vídeo de Javier Telletxea, un navarro casado con una chica china que reside en la provincia de Wuhan y se gana la vida enseñando español y grabando vídeos que monetiza a través de YouTube.

Tuve el impulso de preguntarle y lo hice, aunque es algo que no acostumbro, inserté un comentario en el vídeo: Javier, tengo que editar vídeos y no tengo ni idea ¿Me podrías orientar un poco? Me doy cuenta de que lo haces todo desde casa, ¿cómo te arreglas? Javier y su novia china vivían esos días confinados como tantos otros ciudadanos de aquella provincia.

Me respondió enseguida y con una concreción y claridad que me asombró. Pues verás me dijo, existe una empresa estadounidense afincada en Fremont (California) que dispone de un editor profesional de vídeo, pero también distribuyen de manera gratuita una versión que además está traducida al español y es totalmente operativa. Después, un tal Pedro Terrero que vive Madrid y se dedica a la edición de video profesional, te enseñará a manejarlo por muy poco dinero, y si no puedes o no quieres pagar, dispones de otros muchos videotutoriales en internet totalmente gratis con los que seguro te arreglarás, así que miedo ninguno, ponte a ello que no tendrás problemas y suerte.

Además de que no sabía como agradecer el favor que me hacía alguien al que no conozco y con el que probablemente jamas tenga la oportunidad de hablar, no salía de mi asombro ante lo que me parecía pura magia, pues al viernes siguiente, es decir, 8 días más tarde, lograba subir mi primer vídeo a internet después de haberlo editado, dado formato y puesto sonido de fondo, y todo ello gracias a un chico que vivía en china, una empresa de EEUU y un paisano de Madrid sin ninguna conexión entre los tres, ni relación de negocio, amistad, ni nada parecido, unos perfectos desconocidos y si esto se lo hubieran contado a aquel que fui yo, se hubiera partido la quijada a reír.

A pesar de lo dicho esta magia tiene su lado oscuro cuya observación me devuelve otra vez al pasado pues en mi juventud las redes de apoyo tenían gran relevancia. El vecino con el que quedabas para poder volver a casa acompañada de la fiesta si lo hacías tarde, la vecina que cubría tus necesidades cuando te ausentabas, el cartero que ubicaba perfectamente tu red de amistades, el tendero que te daba crédito cuando no llegabas a fin de mes o la maestra que te escribía aquella carta dirigida a una institución y que ahora sustituyes por una herramienta de tu ordenador o una búsqueda en Google.

Marc Dunkelman, experto en Asuntos Públicos de la Universidad de Brown, en su libro «La transformación de la Comunidad Americana» afirma que en los últimos 50 años hemos cultivado los extremos (seguimos en contacto con amigos y familiares y tendemos puentes con desconocidos por Internet), pero hemos condenado al ostracismo a todos los de la zona intermedia, donde se encuentran el vecino de la puerta de al lado o el tendero de la esquina. Al primero, ni le ponemos cara, nos molesta. Y el segundo habla demasiado, preferíamos ir al supermercado, donde apenas tienes que mirar al cajero y la comida viene en cajas de plástico pero todo eso colabora a tu aislamiento, sentimiento de soledad y frustración.

Por otra parte, los efímeros e-mails, mensajes de texto, WhatsApp, tuits han sustituido a las cartas que eran notario de nuestros sentimientos y cuyo hallazgo ha dado lugar a hermosos libros de base epistolar. Y en nuestra mano está conseguir que las transformaciones que creamos para facilitar nuestra vida, no perjudiquen ni deterioren nuestros comportamientos.