EL EUFEMISMO Y EL CAOS

Define la RAE el eufemismo como una manifestación suave o decorosa de ideas cuya recta y franca expresión sería dura o malsonante; aunque para mí se trata, simple y llanamente, un modo de disfrazar la mentira o la verdad, según se mire, para que la ciudadanía no se entere muy bien de qué va la vaina, porque ¿Cómo se puede explicar si no es así, que en los dos últimos meses nos hayamos topado con tanta terminología nueva o en desuso? Y además ¿por qué en gran parte, son términos eufemísticos?

Con el término “nueva normalidad” el ejecutivo central nos amenaza o advierte sobre un futuro incierto al que deberemos adaptarnos.

A lo mejor en lo sucesivo nos deberemos acostumbrar a denominar “conviviente” a la persona que comparte su techo con nosotros y a ese techo lo deberemos denominar “techo convivencial” con lo que pronto nuestra pareja nos advertirá, cuidadín que eso no lo puedes hacer bajo este “techo convivencial” y deberemos estar al lodo de lo que nos cuenta.

Hemos utilizado también aliteraciones como “techo terapéutico” para esconder la cruda realidad del triaje o criba de mayores rotos y sin arreglo.

Cuando a partir de ahora escuchemos la palabra dato, dudaremos porque hasta ahora los datos eran una cifra invariable, estática que indicaba un marcador o un marco por el que regirnos pero ahora sabemos que “datos dinámicos” son aquellos que por causa de la evolución de la pandemia varían cada poco.

A partir de ahora será más notorio ser “asertivo” que amable como siempre fue.

Se me pasa por la cabeza que todo esto en conjunto obedece a otro eufemismo, la “necesidad de controlar el caos” en el que seguramente estamos inmersos y que percibimos de manera poco consciente, pero también para que la población se deje controlar sin rechistar.

Decía ayer el filósofo Fernando Sabater en una entrevista refiriéndose a todo el paquete de restricciones que los ciudadanos sufrimos que “habría que ver hasta qué punto es una obligación cívica obedecer ciegamente y recordaba a las autoridades que la libertad no puede limitarse en exceso”.

Pero también creo que todo esto responde al postureo político de la comunicación. Seguramente si hubieran hablado más los técnicos y profesionales de la sanidad y menos los políticos no sentiría yo esta sensación de inseguridad lingüística y física, porque lo peor de despertarse en estos días es hacerlo con noticias que te confunden más de lo que ya estás.

Resulta que hasta ayer, lo más importante eran los “test masivos”, los que detectan si has sido contagiado o los que dicen que ya estás inmunizado, uno de ellos o los dos pero a partir de hoy, lo fundamental es el “rastreo masivo cosa que todavía no sé muy bien en qué consiste pero seguramente averiguaré porque no tengo otro empeño en el horizonte inmediato, para librarme de la presión de esta “zoonosis” otro término técnico que estamos vulgarizando o normalizando que más o menos se refiere a cualquier enfermedad infecciosa que se transmite de forma natural de los animales (en su mayoría vertebrados) al ser humano o viceversa.