En una de las últimas entrevistas realizadas a Francisco Umbral publicada en el diario El Pais el 27 de marzo de 2015, mi admirado escritor afirmaba que ni él ni su mujer sabían nadar y que además odiaba meterse en agua fría así es que la piscina, cuando se abría en temporada, se llenaba con libros malos que tiraba desde el porche. El caso que cuando leí esto se me quitaron los complejos que arrastraba por el hecho de que yo también dejaba habitualmente perdidos en las estanterías todos aquellos libros cuya lectura interrumpía porque me dejaban de interesar.
Así es que he decidido llamar al fondo de mi estantería actualmente poblado por todos esos libros empezados y abandonados, “Mi piscina imaginaria” donde este verano también envié algunos que voy a citar seguidamente aunque no me extenderé en su contenido.
Todo esto te daré de Dolores Redondo, Premio Planeta (2016), novela de 615 páginas que abandoné antes de la mitad porque se trata de un impresentable pastel que a medida que transcurre se hace más y más indigerible.
Berta Isla e Javier Marías (no llegué a leer el 20% y me llama la atención la buena crítica con la que cuenta porque no lo entiendo)
Elon Musk (Porque no es una biografía es un panfleto interesado)
Revolución en Silicon Valley (Poco ágil, rebuscado)
Maleza, (pensé que era otra cosa)