EL JARRON CHINO

Jarron chino

Se cuenta que Shang Tang, primer rey de la dinastía Shang que abarcaba el valle del Rio Amarillo allá por el año 1700 antes de nuestra era, se enamoró de una de sus súbditas, quedó prendado de su sonrisa y la hizo su esposa.

Como celebración nupcial decidieron recorrer todos los lugares de su reino por más recónditos que estos fueran y así llegaron a la ciudad de Yin, que a la postre fue elegida capital de su reinado, un reinado que se prolongó durante 29 años.

En la ciudad, su esposa quiso visitar la tienda de un artesano reconocido por las preciosas cerámicas que de sus manos salían, originales y únicas por su belleza y acabado pero sobre todo por sus jarrones mágicos cuya fama había traspasado los confines de la ciudad.

La tienda era muy sencilla y desde el primer momento supo que no le iba a ser fácil elegir entre los cientos de piezas que descansaban por doquier en estantes, sobre mesas y también extendidas por el suelo conformando un paisaje mágico de indescriptible hermosura.

En el fondo del local sobre una alfombra sencilla pero increíblemente bella, un hombrecillo pequeño y en silencio, seguía con su mirada a la hermosa dama que recién había traspasado el umbral de la puerta de su establecimiento y observaba su entorno con cierta perplejidad.

¿Qué desea de este humilde artesano tan prestigiosa dama?

¿A qué debo el honor de su visita?

Ha llegado a mis oídos que algunos de tus jarrones encierran la magia que gobierna sobre todas las cosas de la tierra.

Solo sobre algunas mi señora ¿qué le atormenta o le inquieta?

Mi esposo se enamoró de mi sonrisa y temo que si un día ésta se borra de mi boca, también se borre su amor por mí. Quisiera adquirir un jarrón que contuviera en su interior la esencia de toda esa magia.

Creo que tengo lo que  buscas –le respondió- y de forma apresurada se acercó  a una de las estanterías que flanqueaban la estancia para recoger un jarrón verde de base cuadrada con cuatro asas en forma de cabeza de carnero.

Este mi señora te ayudará a conservar la magia que necesitas, eso sí, siempre que lo mantenga intacto, pues ha de tener en cuenta que es único  y por lo tanto irremplazable.

Con fe plena en sus palabras se hizo cargo del jarrón asiéndolo con firmeza y a la vez con delicadeza y apresurándose a salir de la tienda con él entre sus brazos no sin antes desear lo mejor para el humilde artesano.

Al acceder a la carroza nupcial cedió a la doncella de su confianzaconfianza el jarrón recomendando su cuidado.

Has de asegurarte -le dijo- que nada le suceda hasta llegar a palacio donde lo dejarás en la pieza principal de nuestra morada y velarás por su cuidado y conservación porque de él depende mi felicidad y la de mi esposo y por lo tanto, el futuro del país sobre el que reina.

Llegaron a palacio y depositaron el jarrón en un lugar destacado de la estancia principal, el lugar donde el rey recibía a las visitas oficiales.

La estabilidad caracterizó los siguientes años solo interrumpida por algunos de sequía que el rey feliz compensó acuñando monedas de oro que repartió entre sus súbditos para paliar las consecuencias.

Se sucedieron por lo tanto, años de bonanza durante los que engendraron a Wàibǐng  y Zhòngrén que les sucedieron en el trono pero un día algo turbó la etapa estable y feliz que protagonizaban. Cuando uno de los sirvientes encargado de los cuidados del jarrón procedía a su limpieza se le escurrió de las manos, cayó y partió en tres pedazos.

Al ponerlo en conocimiento de la reina, ésta rompe en llanto temiendo las consecuencias que el accidente pueda acarrear y cae en una profunda depresión apoderándose de ella la tristeza. Aunque el rey intentó consolarla prometiendo acudir de nuevo al artesano para que les proveyera de otro igual, ella, recordándole que el jarrón era único e irremplazable y con la sonrisa borrada de su rostro, se retiró a su habitación negándose a salir de ella.

El rey ordenó se trajera a palacio al artesano pero le fue comunicada su muerte y entonces hizo que se recopilaran cuidadosamente los trozos y se llevaran a los mejores artesanos para que los unieran y disimularan con delicadeza sus uniones.

Al cabo de unos días el jarrón volvió a su lugar y el rey pudo comprobar el excelente trabajo realizado por los artesanos. Y observando detenidamente el esplendor del jarrón y que las uniones estaban perfectamente disimuladas trajo a su esposa ante él esperando que todo volviera a la normalidad, sin embargo la tristeza seguía apoderándose de su rostro y su sonrisa borrada de él para siempre.

El rey, intrigado, le pregunta ¿Por qué no sonríes esposa? Tu jarrón está intacto nada dice que haya padecido accidente alguno. Muchos artesanos se ocuparon de unir los trozos sólidamente y reemplazar las lacas por otras iguales a las utilizadas por el artesano que lo creó.

¿Qué ocurre entonces? ¿Por qué la sonrisa no vuelve a tu rostro?

Es verdad esposo, agradezco tus esfuerzos por conseguir que el jarrón recuperara toda su belleza, reemplazadas las lacas parece más bello aún, lo que dice mucho de la profesionalidad de los artesanos en cargados del trabajo pero lo que sucede es sencillo.

Puede que la restauración sea excelente, puede incluso que el artesano que lo creó si viviera aún lo reconociera como uno de los suyos pero a pesar de todo puedes tener por seguro que ahora carece de la magia que impedía se borrara la sonrisa de mi rostro.

Posdata: No hagas nada de lo que te puedas arrepentir, no rompas nunca la magia que te une a los otros en tu camino. Mantén la esencia de las cosas inalterable.

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